El doble estándar, el doble rasero o escopeta de dos cañones de la zurdería extrema de América Latina, es en verdad obsceno. Vimos cómo en Brasilia los partidarios de Jair Bolsonaro tomaron las sedes del Legislativo, Ejecutivo y Judicial en la denominada plaza de los Tres Poderes, para protestar haciendo uso de un elemental derecho ciudadano, por lo que consideraban un grosero fraude electoral, y también a Lula Da Silva saliendo a “condenar la violencia” gritándoles “vándalos fascistas”.

Pero el mismo Lula, al igual que Petro o López Obrador, no tienen ninguna autoridad moral para ello. No la tienen porque han justificado la mal llamada protesta en el Perú, con el agravante de que no solo ha sido vandalismo, sino que se cometieron actos terroristas. Aquí la violencia fue desatada por grupos de agitadores profesionales que piden la renuncia de Dina Boluarte, el cierre del Congreso, nueva Constitución y la instauración de una asamblea constituyente. Para ello incineraron vivo a un policía, quemando bienes y edificaciones. Esta protesta ha sido considerada por ellos como “lucha del pueblo”, la cual fue aupada por varios congresistas.

Desde el estado de Sao Paulo, Lula amenaza con un “castigo ejemplar” contra los “vándalos” y “fascistas” que se oponen a su gobierno. Dice que “pagarán con la fuerza de la ley”, que “serán encontrados y castigados”.

Si la señora Dina hablara aquí con tal firmeza, se le vendrían encima Evo Morales y sus corifeos representantes de gobiernos del “pueblo”, así como los congresistas azuzadores del vandalismo, quienes deberían estar ya procesados. Son los que la acusan de haber reprimido salvajemente a los “pacíficos manifestantes”, de violar sus derechos humanos y ser una cruel “dictadura antipopular”. Y esto, ¿por qué sucedió? Simplemente por no tomar la acción adecuada en el momento preciso… Tome nota la presidenta, tome nota.

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