Minutos antes de las 10 de la noche del 12 de diciembre último, la presidenta Dina Boluarte dio un enérgico mensaje al país rodeada de sus ministros, en el que exigía a la fiscal de la Nación, Delia Espinoza, que “en aras del debido proceso y la presunción de inocencia”, la cite de inmediato para aclarar el llamado “caso Cofre”, que ha llevado a que la mandataria sea investigada por el presunto delito de encubrimiento personal por quizá haber ayudado a la fuga del delincuente Vladimir Cerrón.
La jefa del Estado, visiblemente molesta, dijo que bastaría con declarar ante la fiscal de la Nación para acabar con la leyenda de su ida a una playa del sur de Lima en el verano pasado. Afirmó que esa visita había sido un asunto familiar, y que por eso no veía la necesidad de exponer el tema en público. Bueno, el miércoles último la señora Boluarte fue citada como tanto reclamaba, pero… prefirió guardar silencio y no decir una sola palabra, apelando a formalismos legales que ni siquiera han sido resueltos.
En este espacio lo he señalado más de una vez. Apelar a ese tipo de formalismos responde a consejos de abogados que pueden ser muy buenos para trabajar con ciudadanos equis, pero muy malos en asesorar autoridades públicas que tienen que dar la cara y ser transparentes con sus actos, más allá de si tal plazo para ser citado ya venció o si hubo un error en la notificación. En política no solo manda el Código Penal, sino también el sentido común, la vocación por mostrar las manos limpias y el respeto al ciudadano.
Qué le costaba a la mandataria acudir a su citación y responder todas las preguntas que ella misma había pedido que le formulen, con rostro y gestos de indignación. ¿Así quiere que no se dude de la “inocencia” de su ida a una playa del sur? Si en efecto se trató de una visita familiar a un condominio del sur que nadie podría criticar, era la oportunidad para aclarar todo y cerrar el asunto que por su silencio y su “estrategia” abogadil ha ido creciendo como una bola de nueve.
Sería bueno que la presidenta Boluarte se deje asesorar más por su entorno político, aunque dudo que lo tenga, y no tanto por abogados que, como repito, puede ser muy buenos en lo suyo, que es lo penal puro y duro, pero en nada más. Y mientras tanto, los misterios del “caso Cofre” seguirán en el aire enrareciendo a este gobierno débil que ni siquiera necesita de la oposición para estar cada días más tambaleante, en perjuicio propio y principalmente de todos los peruanos.