El asedio de los presidentes izquierdistas de América Latina contra el Gobierno de Dina Boluarte y el Perú, no cesa. Ahora quien disparó fue el mandatario colombiano Gustavo Petro, quien dijo que espera un proceso de recuperación de la democracia en el Perú. Por supuesto, que estos ataques con munición gruesa son parte de una campaña de desprestigio contra nuestro país.

Lo dicho por Petro no solo demuestra su incapacidad de establecer nexos reales con lo que ocurre en el Perú luego de la intentona golpista de Pedro Castillo, sino también desnuda su intención de desestabilizar nuestro sistema democrático.

Ya se sabe que una de las principales amenazas a nuestra democracia viene del frente interno, con extremistas que insisten en paros violentos, que solo generan destrucción y crisis. Por ejemplo, según la Cámara de Comercio, las pérdidas económicas entre enero y febrero, productos de las radicales protestas, ascendieron a 295 millones 893 mil soles. Sin embargo, también hay un frente externo que desestabiliza,  es un grupo de presidentes que aspira a ser gravitante e influyente para imponer gobiernos afines a su ideología.

Ha llegado el momento que la presidenta Dina Boluarte asuma su función de estadista frente a este problema. Para ello, es necesario contar con una estrategia global con el objetivo de repeler los ataques con respuestas muy concretas de tipo diplomático, jurídico y político.