Era previsible que el presidente Martín Vizcarra vuele en aprobación ciudadana. Trepó hasta el 87%, según la última encuesta nacional urbana de Ipsos, y la explicación es una sola: Tomó al coronavirus por las astas y, con autoridad, dictó una serie de medidas para contrarrestarlo, todas pertinentes y en salvaguardia de la población, que registran una aceptación de entre 95 y 96%.

Otro detalle que no pasa desapercibido para tirios y troyanos es que, nunca antes, en sus dos años de gestión, se vio al mandatario tan didáctico, pedagógico, comunicativo, operativo y expedito. Tanto así que hasta se gasta frases bien hilvanadas como esta: “No hay nada más importante que la familia. Pero ahora, si queremos cuidarla, tenemos que ascender a otro nivel de familia: el Perú, todos los peruanos”. Ajá.

Y ayer, día de su cumpleaños número 57, Vizcarra apuntaló su empatía coyuntural con una expresión que tiene incorporada la consigna o hashtag que todos debemos cumplir: “Yo les pido el regalo más importante a todos los peruanos, hoy 22 de marzo; quédense en casa (#YOMEQUEDOENCASA), respeten las instrucciones y disposiciones del Gobierno; ayudemos todos a vencer a este enemigo”. Quedarse en casa es vida.

En esa línea, no es posible que más de 11,000 personas hayan sido detenidas por hacer caso omiso a la inmovilización o cuarentena, y exponerse a una condena de entre seis meses y tres años. A ver si con lo que dijo Ibn Sina, médico y filósofo persa, se conmueven: “La imaginación es la mitad de la enfermedad. La tranquilidad es la mitad del remedio. Y la paciencia es el comienzo de la cura”.

Por lo demás, Dios nunca dejes de ser peruano.