La situación compleja que vive hoy el Ministerio Público es muy preocupante. El nivel de conflicto interno y la forma como éste ha escalado, involucrando en el vendaval a otras instancias y poderes del Estado, crea aún más desconfianza y zozobra en nuestra alicaída economía nacional. La política ha invadido la justicia y la justicia se ha politizado sin rubor. En este escenario, es importante recordar que nuestra Institucionalidad debe preservarse frente a cualquier embate, más allá de las personas, más allá de los nombres, pues es pilar fundamental de la democracia en la que vivimos.

Las acusaciones que han recaído sobre la fiscal de la Nación son serias y deben ser investigadas sin lugar a duda y, de comprobarse su veracidad, deberán aplicarse las sanciones que corresponda. Pero también es bueno recordar que no resulta lícito “sancionar” a nadie sin investigar. El derecho que tenemos todos los ciudadanos de gozar de “presunción de inocencia” está consagrado en la Constitución: nadie es culpable de ningún delito mientras este no haya sido debidamente probado. Es un principio universal de la justicia, no una mera invención personal. Y esto mismo aplica para el Congreso, para la misma fiscal de la Nación, para la propia Junta Nacional de Justicia y para cualquier otra instancia o poder del Estado. Todas las instituciones tienen que entender que, actualmente, ninguna pasa “invicta” ningún test de moralidad y corrección, así que bien harían en guardar la calma y apegarse al respeto irrestricto de la legalidad y la Constitución. Que la Junta Nacional de Justicia abra investigación contra la fiscal de la Nación por ser parte de su prerrogativa constitucional y legal está bien, pero no adelantemos juicio hasta no tener cerrada la investigación. La misma Junta Nacional de Justicia está siendo investigada en el Congreso de la Republica por presuntas infracciones a la Constitución y a la ley, así que entendamos de una buena vez, que en este escenario revuelto y turbio y en esta fiesta de acusaciones sin par, quienes finalmente “cortarán el jamón” terminarán siendo los ciudadanos, que ya se van hartando de tanto cargamontón.