Todo crece sobre lo que ya existe. Efecto compuesto, le dicen. El concepto viene del mundo de las finanzas. Si empiezas a invertir consistentemente, tu inversión crecerá y la nueva cantidad se convertirá en tu nuevo punto de partida. Así, una inversión pequeña puede -con el tiempo- llevar a resultados extraordinarios. La la consistencia y el tiempo son clave.

Extrapolémoslo al ámbito político. Los candidatos presidenciales siempre se han centrado -y esta campaña no es la excepción- en impulsar propuestas para “transformar el Perú”; ya sea mediante el cambio de modelo económico o la creación de ciertas leyes o programas. En todo caso, todos buscan lo mismo, transformar el Perú bajo sus propias nociones de los cambios que el país necesita.

Pero ya sabemos que no se puede hacer tabla rasa. Toda política, todo programa, y todo cambio que se implemente en el Perú, inevitablemente se desarrolla sobre lo existente. Sobre lo que somos hoy. Sobre casi 200 años de promesas incumplidas y reformas a medias. De hecho, lo que hoy existe es esencial para determinar el éxito o el fracaso de lo que crecerá encima.

Cambiemos de enfoque. ¿Qué pasaría si pensamos en todo lo bueno que se ha logrado en nuestra historia republicana, y construimos sobre eso? ¿Por qué pretender destruir lo que ya existe en lugar de potenciarlo? Pensemos en las áreas en las que sí hemos crecido. En las que hemos tenido éxito. Propongamos construir sobre eso. Reconozcamos que no todo es fracaso y desilusión. Pero sobre todo, no construyamos sobre ese fracaso y desilusión. Construyamos sobre el crecimiento. Así, con paciencia, consistencia y continuidad, erigiremos para las futuras generaciones un Perú que avance y no retroceda.