Nadie lo podía creer algunos meses y hasta semanas atrás. El kirchnerismo acaba de obtener un importante y estratégico triunfo en las elecciones generales en Salta, al norte de Argentina. Lo relevante del resultado, donde el candidato de la presidenta Cristina Fernández superó el 55% de los votos, ha sido que a los argentinos no los habría impactado, como se especulaba, la relación que podría haber tenido la presidenta con el asesinato del fiscal Alberto Nisman, de quien en las últimas semanas comenzaron a publicitar informaciones con el objeto de desprestigiar su imagen y memoria que haga pensar a los argentinos que no existe ninguna relación entre su muerte y la propia mandataria. Queda claro de que en política no existen muertos, pues el partido de la presidenta había tenido serios reveses en elecciones preliminares en diversas partes del país. En la lid electoral, mirando las elecciones presidenciales del 25 de octubre próximo, en el camino hacia la Casa Rosada, están el oficialista Daniel Scioli y los opositores Sergio Massa y Mauricio Macri. Los dos últimos con una ligera tendencia a formar una alianza contra Scioli, quien aspira febrilmente llegar a la Casa Rosada. Argentina, en los últimos años, ha sentido el impacto de una economía en crisis y en ese contexto las elecciones se tornarán más polarizadas, donde seguirán formándose frentes pero también se irán agudizando las diferencias entre Scioli y Massa al interior del propio peronismo. Las colocaciones en busca de una mejor posición electoral comienzan a abrirse paso en un país que en el pasado ostentó la ratio de ser considerado parte del primer mundo y de cuyo atolladero lucha por salir lo mejor librado, llevando a cuestas la amenaza de los tan mentados fondos buitres y la calificación de su economía en un nuevo default en menos de tres décadas.