Nuevamente los medios de comunicación se llenaron de protestas y desinformación porque el Congreso aprobó por insistencia la ley que modifica el directorio de la Sunedu dándo mayor independencia y pluralidad. El revuelo que rechazó la primera y segunda votación, ambas mayoritarias, se repitió con el diálogo de sordos en que proliferan argumentos contrarios por intereses propios. Se habla de desastre educativo, de contrarreforma universitaria, de liquidación de la calidad educativa. Nada de esto es cierto. La lucha por rescatar la autonomía universitaria la debemos al liderazgo de docentes de vocación como la valiente rectora sanmarquina Jerí Ramón Ruffner, empeñada en contrarrestar el desconocimiento de la situación de las universidades públicas y privadas. No es cierto que los rectores volverán a tener el control, tampoco que se eliminará la supervisión de la calidad educativa ni que retornarán los mercantilistas de la educación. La Sunedu seguirá cumpliendo funciones con un directorio plural, amplio y eficiente. Ningún rector lo integrará, los tres representantes de universidades serán elegidos por concurso público nacional de méritos. Se respetará la meritocracia y quedará atrás la etapa oscura cuando cinco de los siete miembros eran elegidos por una comisión designada por el ministro de Educación. Ganó la autonomía universitaria contra los intereses de consultores, publicistas y defensores del Ejecutivo que querían mantener universidades obedientes y sumisas, sin participar en el debate político nacional. Ni contrarreforma ni retroceso, necesitamos más que nunca universidades activas y libres en el pensamiento, el análisis y la propuesta para superar la dramática y multiforme crisis que nos afecta desde hace más de seis años. Lograrlo depende de todos.

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