El Gobierno ofreció una revolución educativa, pero solo fue discurso. En los tres primeros años de gestión, el Ministerio de Educación más bien desactivó la carrera magisterial y no hubo evaluaciones a profesores, se dejó de lado la jornada escolar completa que se estaba experimentando en algunos colegios, se paró el programa de mejoramiento de la enseñanza del inglés, se quiso cerrar el Colegio Mayor, se suspendió la asignación para mantenimiento de los locales escolares y se dejaron de construir y modernizar planteles emblemáticos. Es más, se devolvieron recursos destinados para aumentos a los maestros y para construir 540 escuelas dignas en los ámbitos rurales.

Es justo reconocer que el ministro Saavedra en 2015 ha retomado -tratando de recuperar el tiempo perdido- algunas de estas medidas y otras que ciertamente deben continuar en un marco de nuevos desafíos al 2021.

El Ministerio de Educación en los últimos tiempos, y particularmente en las últimas semanas, por distintos medios de comunicación viene desplegando un costoso programa de spots publicitarios (¿campaña electoral?) sobre aprendizajes, becas, maestros, infraestructura, etc. intentado colocar en la opinión pública la idea de que en los 5 años ha habido una gran reforma educativa.

Una reforma implica el desarrollo de un programa estructurado, consistente, integral y sostenido de políticas y medidas institucionales, administrativas y sobre todo pedagógicas, teniendo metas y objetivos estratégicos con una visión de presente y futuro; el cual comprometa no solo a la burocracia ministerial sino a toda la comunidad educativa. ¿Se ha dado eso en el quinquenio gubernamental del presidente Humala? Es evidente que no.