El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define a la confianza como la “esperanza firme que se tiene de alguien o algo”, y no hay nada más lejano de ello que la presentación de la cuestión de confianza hecha por Aníbal Torres el jueves pasado, sobre un proyecto de ley para que los referéndum no pasen por el visto bueno del Congreso, como lo indica la Constitución.

Frente a esta iniciativa, el Gobierno ha generado dos escenarios estratégicos, el primero es que, para el régimen, la narrativa de la victimización y el reforzamiento de la misma son el primer punto de la agenda, esto es visto como determinante para mantenerse en el poder, de allí que trabaje con tanto esmero las circunstancias durante la visita de la comisión de la OEA, para así ilustrar con una negativa a su proyecto de ley la actitud “obstruccionista” del Legislativo.

El segundo escenario es que para que la parte comunicacional sea prioritaria, incluso por encima del temor a comenzar un frente de batalla, que conduce a que los congresistas pasen a tener un pie afuera del hemiciclo si niegan la confianza, muestra o que hay un problema en la ponderación de la reacción de los congresistas y sus posibles retaliaciones, o se sienten muy confiados en los apoyos con los que cuentan, que incluso no han dejado de aumentar durante esta coyuntura, como la participación de los congresistas Jeny López Morales, Raúl Huamán Coronado y Cruz Zeta Chunga, miembros de la bancada de Fuerza Popular, quienes han estado presentes en eventos oficiales que el gobierno ha desarrollado durante esta semana.

Así están las cosas, por más que Torres afirme que no busca cerrar el Congreso, lo cierto es que con todo esto, se le brinde o no la confianza, el Gobierno logró beneficiarse.

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