El premier Aníbal Torres sacó un as bajo la manga luego de estar contra las cuerdas por haber agredido verbalmente a la periodista Sol Carreño. Presentó una cuestión de confianza ante el Congreso, pese a que todos los argumentos legales dicen que esta no procede. Es evidente que solo es un elemento de distracción en momentos que la opinión pública lo condenó por sus violentas expresiones contra una mujer y por ello algunos congresistas pidieron su renuncia. Sin embargo, también es una forma de preparar el ambiente para la marcha que y simpatizantes del Gobierno realizará hoy en la capital. La marcha llamada “La toma de Lima” es un hecho bien coordinado por allegados a Palacio de Gobierno para respaldar al presidente Pedro Castillo. Ya aludir a “la toma” deja en claro que la manifestación no tendrá nada de pacífica y seguramente clamará por la disolución del Congreso, un grito complementario a la cuestión de confianza, que invade el fuero parlamentario y vulnera las leyes.

Por supuesto, el Gobierno dice que su objetivo es “garantizar la estabilidad política y generar condiciones favorables para la gobernabilidad”, pero hace todo lo contrario. Crea más caos e incertidumbre y golpea la credibilidad y confianza en el país. Es que los inversores no saben en qué terminará todo esto. Sin una esperanza en que se calmarán las circunstancia y el futuro será auspicioso, los empresarios no invertirán en el Perú.