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En el Perú existen diversas modalidades de ahorro, cada una tiene sus ventajas y riesgos, pero las entidades más seguras son aquellas reguladas por la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS), la misma que tiene por finalidad velar por el dinero de los peruanos que cuentan con capacidad de guardar recursos para el futuro.

Sin embargo, el país fue testigo de múltiples estafas; bajo el modelo de ahorro “productivo” y “rápido” de un capital se engañó a miles. Está en el recuerdo el sistema pirámide de CLAE, con el entonces “exitoso” Carlos Manrique, que amasó una fortuna con fondos de incautos clientes que recibían altos intereses por sus ahorros, pero luego se desvaneció todo: capital y beneficios a cobrar.

Después de esta negativa experiencia, que sacudió el mercado nacional, otros casos se presentaron con la quiebra de entidades insolventes, y de ahí la importancia de vigilar los movimientos de estas empresas.

Uno de esos modelos, que por años fue exitoso y se mantiene, es el cooperativismo y, si bien tiene resultados favorables, existen varias entidades informales, tal como se ha señalado en una sesión de trabajo de la Comisión de Producción del Congreso, para definir un nuevo marco de supervisión del manejo de recursos de los ahorristas y sobre todo los servicios que prestan.

En buena hora que se debatan estas normas, pues el tiempo de estafas y engaños tiene que acabar si queremos una economía sana y sólida, donde mejores leyes estén destinadas a empoderar el sistema financiero, en especial el de las cooperativas, que para un buen número de peruanos son una alternativa para seguir creciendo.

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