El 2020 escribí un amplio artículo titulado “El desencuentro entre la secundaria y la universidad” como parte de la monografía: “La Universidad en el Perú”, que publicó “La Nueva Revista” de La Universidad Internacional l de la Rioja (España). Considerando que pronto asumirá un nuevo gobierno y nuevas autoridades en el Ministerio de Educación, siento la necesidad de decir algo de dicho texto escrito.
Cuando se habla de la fluidez que debe existir entre la educación básica y la educación superior, la crítica se concentra en la secundaria y se obvia la responsabilidad que tiene la educación universitaria en la formación de las personas y consecuentemente de los profesionales.
Un tema importante es que en los exámenes de ingreso –salvo excepciones– se siguen privilegiando ítems sobre aprendizajes disciplinarios sin tener en cuenta los planes de estudios de la educación secundaria, que priorizan competencias y desempeños educativos con un nivel creciente de integración de las capacidades y conocimientos. Esta situación ha generado academias, centros y colegios preuniversitarios que mayormente dan énfasis al “entrenamiento mecánico” para responder a este tipo de pruebas instructivas; por cierto, dejándose de lado, en muchos casos, saberes ciudadanos, artísticos, deportivos y socio-afectivos.
No obstante, soy testigo de algunos esfuerzos del Ministerio de Educación y varias autoridades universitarias para avanzar en una articulación entre los perfiles de los egresados de los colegios y los perfiles de entrada de las carreras universitarias, lamentablemente, con pocos resultados efectivos.
Por lo señalado, es indispensable una articulación de la escuela secundaria con las universidades y toda la educación superior “de abajo hacia arriba” y de “arriba hacia abajo” que sea mutua, fluida y recíproca. Debe haber una conexión significativa para dejar de lado poco a poco este desencuentro pernicioso en el sistema educativo peruano.