En cualquier país donde el ciudadano se quiera y respete a sí mismo, una izquierda como la nuestra, en todas sus variables, debería recibir una soberana pateadura electoral en los comicios generales de abril no solo por haber llevado al poder a Pedro Castillo y Dina Boluarte, sino también por meter en el Congreso a un sujeto como Guillermo Bermejo, que acaba de ser condenado a 15 años de cárcel por pertenecer a la banda Sendero Luminoso, lo peor de lo peor que ha podido generar –o degenerar– el Perú a lo largo de su historia.
Si ya teníamos bastante con haber visto como presidentes del Perú a Castillo, un casi iletrado que acabó dando un golpe de Estado y envuelto en raterías, lo que le ha valido ser encerrado en la cárcel; y a la señora Boluarte, que ha sido vacada por estar al frente del gobierno más impopular de nuestra historia, ahora se suma el habernos “regalado” en el Congreso a quien el Ministerio Público y el Poder Judicial consideran un vil terruco infiltrado en la política, que incluso aspiraba a llegar a Palacio de Gobierno.
Ojo, que Bermejo no ha sido hallado responsable de ser miembro del decrépito Sendero “histórico”, ese que en los últimos años ha tratado de ser cubierto de “ideología” e “idealismo” por sus cómplices y tontos útiles, a pesar de la brutalidad de sus actos y de todo lo que ha significado incluso desde que dejaron las armas tras su derrota militar; sino de la otra rama salvaje y vigente hasta hoy: la de los narcoterroristas hermanos Quispe Palomino, que hasta nuestros días siguen emboscando a militares y policías en el VRAEM.
Los viajes que hizo Bermejo al VRAEM entre 2008 y 2009 para contactarse con la cúpula narcoterrorista, que son precisamente los que han motivado que fiscales y jueces lo manden a la cárcel por 15 años, se dieron en los años de más ataques contra efectivos de las Fuerzas Armadas y la Policía, cuyos efectivos eran asesinados sin piedad, como sucedió, por ejemplo, tras el derribo de un helicóptero de la FAP el 9 de setiembre de 2009 mientras su valerosa tripulación, en medio de disparos, rescataba heridos de una emboscada anterior.
Ahí tienen, pues, a este infiltrado en la política y el Congreso gracias a esa izquierda que sigue creyendo que tiene “autoridad moral” para decirnos por quién votar y qué es lo mejor para los peruanos. A esta gente que por estos días sigue azuzando la protesta callejera para generar inestabilidad política, solo queda castigarla en las urnas, repudiarla en abril próximo y evitar que pase la valla electoral, como sanción por pretender siempre hacer estallar a nuestro Perú a través de los pirómanos, corruptos e ineptos que promueve.








