En las últimas semanas, el nombre de Tito Silva pasó de solo ser conocido en quienes celebraban sus lanzamientos musicales inspirados en personajes y situaciones de coyuntura, a convertirse en una figura de alcance mundial por el lanzamiento de “Mi bebito fiu fiu”, un tema inspirado en supuestos chats románticos entre Martín Vizcarra y Zully Pinchi usando el tema “Stan” de Eminem y Dido. Ni el mismo egresado en Marketing, Publicidad y Música imaginó el revuelo y la trascendencia que causaría su “parodia”, tal como él califica a la mayoría de su obra difundida por redes y plataformas. Pero esta vez, a diferencia de otros de sus lanzamientos que proponían contenido original, apeló a una obra que tiene autores, productores e intérpretes y aquí empezó el problema.

Si bien, no necesariamente, al menos aquí en el Perú, se debe pedir permiso para grabar un tema de cualquier compositor, lo que sí es obligatorio es pagar por usar algo que no es tuyo, que no te pertenece, en pocas palabras debes honrar con los derechos de autor y eso que no estamos calculando las respectivas regalías que luego pueden generarse.

Y si el dueño, o los, de la canción quieren pedirte lo que deseen por usar su creación, simplemente están obligándote a que cumplas la ley, por eso, Silva, aunque no lo admitió, decidió retirar la canción de todas sus redes y plataformas para “curarse en salud” y protegerse de demandas. Salvando las distancias, para que se den una idea de lo que significa cobrar por derechos de autor, en pleno 2022 la canción “Running Up That Hill”, de Kate Bush, lanzada originalmente en 1985, fue incluida en una escena de “Stranger Things 4″, y tras su estreno en Netflix hace un mes el tema se convirtió en viral.

De acuerdo con la información recogida por CBS News, la cantante y compositora ha ganado hasta hoy 2,3 millones de dólares por derechos de autor. El peruano Tito Silva, así diga que su parodia fue hecha solo para la diversión y asegure que no recibe ni un sol, eso lo tendrá que explicar a quienes son los dueños de la obra que exigirán lo que les corresponde. Si bien el ciberespacio puede parecer que es tierra de nadie, definitivamente hay normas que se deben respetar sin contemplaciones