Una de las razones más poderosas por las que la gente en las calles rechaza al Congreso que tenemos es porque más allá de que le recuerda al ciudadano lo mal que vota y su vocación suicida, existe una escandalosa impunidad que cubre a sus miembros, que a pesar de gravísimas acusaciones terminan siendo blindados por sus colegas, especialmente en la llamada Comisión de Ética, donde hasta los más impresentables y pillos terminan con un certificado de buena conducta.
Cómo explicarle al ciudadano de pie que gente que ha sido acusada con abundantes evidencias de robar dinero en efectivo a su propios trabajadores, siga ejerciendo funciones congresales. Lo mismo sucede con los llamados “niños”, sindicados de haber vendido sus votos a cambio de cuotas de poder en el Estado –léase puestos de trabajo para los cómplices y amigos en el Ministerio de Producción–, a fin de sostener en el poder a Pedro Castillo y su putrefacto régimen.
De otro lado, no olvidemos cómo varios “mochasueldos” han sido salvados a través de mañoserías parlamentarias que han terminado con sanciones ridículas consistentes en llamados de atención o el descuento de un mes de salario. Roban plata a punta de amenazas de despido de los empleados que trabajan para ellos, pero de parte de sus colegas, quizá con kilométricos rabos de paja, no reciben más que algo así como un “no lo vuelvas a hacer, ¿ya?”, acompañado de una palmadita en el hombro.
Incluso hay un personaje como Raúl Doroteo Carbajo, elegido por ese partido algún día importante llamado Acción Popular, quien aparte de ser señalado como “niño” y “mochasueldo”, y de haber presentado información falsa sobre su formación profesional ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), ahora ha sido acusado por su propio padre de agredirlo dentro de un hospital. ¿De dónde apareció este caballero?, ¿dónde están sus electores para que salgan a pedirle disculpas al país?
Lamentablemente, varios de estos personajes van a optar por la reelección a través del reinstaurado Senado de la República, al que se le debieron colocar diferentes candados para impedir la proliferación de otorongos como los actuales, con la única diferencia de que tendrán algunos años más encima. No hay duda que muchas “reformas” han sido hechas para que nada cambie y esta gente siga en el Congreso, que se ha ganado a pulso el rechazo de los ciudadanos que, irónicamente, son los que votaron por sus integrantes.