Así como las decisiones que tomamos hoy son las que definen nuestro futuro, también podríamos decir que las obras o inversiones que no se ejecutaron ayer las terminamos pagando todos hoy. La problemática asociada a la congestión en nuestro primer puerto es consecuencia de la inoperancia e ineficiencia de un Estado que nunca actuó con una visión de largo plazo sobre la logística y conectividad necesarias para el óptimo desarrollo del comercio exterior peruano. Hoy contamos con operadores portuarios de talla internacional. DP World Callao y APM Terminals han invertido, en conjunto, más de US$ 1,700 millones en la modernización de la operatividad portuaria del Callao. Desde el inicio de sus operaciones, en 2010 y 2011, respectivamente, el flujo del comercio exterior peruano a través de sus terminales se ha multiplicado por 11, pasando de 3.7 millones de toneladas a 41.2 millones de toneladas. Dicha capacidad de atención habría sido imposible si Enapu (empresa estatal) hubiese mantenido la administración del Callao. Sin embargo, del puerto hacia afuera, el Estado peruano no ha acompañado estas inversiones. No ha realizado las obras que requería el potencial del comercio exterior. Gobiernos, organismos públicos y funcionarios se durmieron o se dejaron estar por entrampamientos burocráticos absurdos. Nunca primó el sentido de urgencia. Hoy, frente a un escenario externo cambiante y al letargo en la ejecución de obras de infraestructura, exportadores, importadores, operadores logísticos y transportistas se ven perjudicados. Se debe corregir esta situación. No pidiendo consideraciones, sino exigiendo la ejecución de obras por parte del Estado.