Cuando en el Perú creíamos que en política ya no se podía caer más bajo como para horrorizarnos después de todo lo vivido, por ahí apareció hace pocos días ese personaje llamado Josué Gutiérrez, que ocupa el cargo de defensor del Pueblo, pasar sacar cara por un brutal asesino de policías que ha pasado 17 años en prisión y que quiere ocupar cargos públicos para fusilar gente.
Pero ese sujeto no llegó a la Defensoría del Pueblo por sí solo. Lo hizo por medio de un infame pacto político en el Congreso, donde por razones que sería bueno explicar, se unieron la izquierda, el centro, las bisagras, los comodines y los oportunistas, para alcanzar los votos necesarios a fin de que elegir a este caballero sin las más elementales luces políticas y académicas.
Recordemos que este “escudero” de Antauro Humala ha sido un vergonzante ayayero de Nadine Heredia y luego abogado del delincuente Vladimir Cerrón. ¿Qué esperaban de él? ¿Un trabajo profesional y limpio en la Defensoría? Los que lo eligieron sabían muy bien lo que hacían, por eso ahora no vengan a poner cara de asombro ante su defensa del “derecho” de un criminal a participar en política.
Si Gutiérrez cree en la viabilidad electoral de la agrupación formada por Antauro Humala, debería dejar el cargo y quizá formar un partido político con “Los pulpos”, la banda de “Gringasho”, los herederos de “Maldito Cris” y otras lacras de la sociedad, pues según su “lógica”, los militantes de este potencial partido tienen derecho a participar en política. Gracias, Congreso, por este defensor del Pueblo.