Pedro Castillo Terrones parece no entender que como presidente de la República, es el primer llamado a cumplir la ley y tampoco parece saber cómo funciona el Estado, pues solo así se podría explicar el por qué de su afán en darle facultades sancionadoras e investigadoras a las rondas campesinas.
¿Dónde quedarían el Ministerio Público, la Contraloría General de la República y otras instituciones del Estado si procede el afiebrado deseo del presidente?
Este manoseo político no hace más que dañar a una institución como las rondas campesinas, que tanto bien hicieron al representar y defender al Estado en aquellos lugares donde imperaba, y aún impera, el terror.
El presidente Castillo debe dejar de lado estas propuestas demagógicas, y centrarse en los enormes problemas que tiene el país pues la estrategia de victimización que aplica para tratar de minimizar sus errores, y hasta eventuales delitos, tiene un límite y estaría a punto de acabar con el respaldo de hasta sus más acérrimos defensores pues es cada vez más palpable su desazón por las tropelías del pasaje Sarratea y los US$20 mil hallados en un baño de Palacio.
El presidente Castillo parece empeñado en ir hacia el abismo, por más que se reúna a última hora con los partidos políticos que decidirán su suerte en los próximos días.