Hemos señalado en esta columna que la ciudadanía democrática considera que la gobernanza debe ir acompañada de comportamientos ético-morales de la población y de las autoridades. Hemos hecho énfasis que, entre otras características, la democracia implica el respeto del Estado de derecho y las instituciones democráticas; el balance y respeto de los poderes del Estado; y, por supuesto la participación, el pluralismo, la tolerancia y el respeto mutuo, así como la paz y la irrestricta libertad de expresión, en un marco de desarrollo económico, sostenido y humano de nuestro país.

Valorar y fortalecer la democracia se enseña en las áreas curriculares de Personal-Social (inicial y primaria), así como en Ciencias Sociales y en Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica (Secundaria). El hogar, sin duda, debe jugar también un rol importante pero sumado al de la escuela no es suficiente.

La formación y construcción de la democracia pasa por la integración de todas las experiencias de aprendizaje que vivencian las personas en los variados espacios que están dentro y fuera de las instituciones educativas(IE) “Lo que se aprende más allá de las IE se da en lo que se llama sociedad educadora”. Los estudiantes observan, analizan y valoran, por ejemplo, el desempeño de sus autoridades en todos los espacios y organismos del Estado .Lo señalado se sustenta en la premisa de que los seres humanos aprendemos incesantemente en un proceso de relación intersubjetiva, consciente y/o inconsciente, intencional y/o no intencional con su medio sociocultural y económico-productivo. Y por supuesto, desde los ámbitos públicos, los medios de comunicación y las redes virtuales.

Hay aquí una responsabilidad ética que muchas veces las autoridades no consideran, deformando la conciencia y el ejercicio de la democracia que es un pilar de la Constitución de nuestro país.