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Las campañas electorales deberían ser una oportunidad para hacer docencia política; esto no ha sucedido durante las elecciones del año 2016. Las acusaciones de los candidatos referidas a la tentación totalitaria nos dan la oportunidad de hacer una breve reseña de la publicación en la Gaceta Jurídica de dos temas constitucionales expresados en los vocablos “democracia” y “alternancia en el gobierno”.

Este trabajo fue realizado por Alberto Borea Odría para su inclusión en el Diccionario electoral del Centro de Asesoría y Promoción Electoral vinculado al Instituto Interamericano de Derechos Humanos. En el prólogo, Carlos Mejía Ramírez escribió, al inicio del siglo, un texto que sigue vigente en el año 2016: “Todo lo que está dicho en esos dos ensayos gozan de actualidad en la hora presente del Perú. No son letra muerta. Tampoco simples enunciados teóricos para académicos o profesores universitarios. Muy por el contrario, democracia y alternancia en el gobierno son hechos sociales y políticos sin cuyo respeto y vigencia efectiva no es posible el progreso de los pueblos ni el desarrollo de la persona humana”.

En relación a la tentación totalitaria de los políticos; Alberto Borea Odría escribió lo siguiente: “La tentación de quien ejerce el poder de seguir manteniéndolo es grande. Loewenstein nos habla del carácter demoniaco del poder que hace que las personas que lo han ejercido traten de prolongar su ejercicio o de recuperarlo cuando lo han perdido. De hecho, poder hacer que las cosas pasen de la forma como uno cree buena o conveniente, aun cuando no hubiera ningún propósito subalterno, cautiva a muchísimas personas, especialmente a las que se dedican a la actividad pública. En realidad, la prolongación en el ejercicio del poder es normalmente buscada por el ser humano y como, al decir de Terencio, nada de lo que es humano puede sernos extraño, la democracia busca que esa tendencia no pueda degenerar, consignando para ello límites institucionales”.

En relación a la alternancia, el prestigiado académico y catedrático escribió lo siguiente: “La alternancia implica que haya una posibilidad real de cambiar al gobernante. Pero no solo a la persona gobernante, sino también al equipo gobernante. El instrumento llamado a cumplir tal función debe, entonces, satisfacer ciertos requisitos: igual posibilidad de participación en el proceso, similitud en el uso de recursos para la promoción de la candidatura, abstención del Estado y de sus recursos para favorecer a un candidato y las más amplias garantías para los candidatos que postulan”.

Estos requisitos, que determinan la equidad en las condiciones del proceso electoral, no fueron cumplidos a cabalidad en estas elecciones. Esta situación fue más evidente en el uso de los recursos para la campaña electoral. Hubo campañas que gastaron muchísimo dinero de manera irregular o sin documentar el origen de los fondos. En relación al vocablo “democracia”, Borea Odría explica lo siguiente: “Las formas de gobierno modernas se han definido, curiosamente, por su denominación antigua en la cultura occidental. La democracia, la teocracia, la autocracia, la plutocracia, la anarquía, etc., son vocablos que recogen de sus viejas voces su contenido esencial”.

El autor explica cuáles son los valores de la democracia en el sentido moderno y actual de la palabra: “La organización democrática conlleva la asunción básica de cuatro principios que deben de plasmarse en su normativa, los mismos que reflejan los presupuestos básicos de este sistema. Estos son el principio de igualdad, el de la libertad, el del pluralismo y el de la tolerancia”. En relación con el principio de la tolerancia, Borea Odría explica lo siguiente: “Una sociedad democrática tiene que ser una sociedad pluralista donde el dogmatismo esté prescrito. El dogmatismo y la intolerancia se sustentan en la presunción que uno de los intereses es superior al del resto, que quien promueve un tipo de pensamiento tiene una superioridad sobre los demás que hace que se pueda prescindir o sojuzgar a los disidentes”.

En esta columna hemos dicho muchas veces que en el Perú hay millones de personas con DNI, pero apenas el 30% de ellos son realmente ciudadanos con conciencia crítica y sentido de pertenencia. El autor antes citado dice que la ciudadanía es un requisito para el ejercicio de la democracia porque en esta se requiere que la población participe en la determinación del destino de la comunidad. Siendo el pueblo el titular del poder, debe de participar en las decisiones importantes que atañen a su marcha”. En una sociedad sin auténticos ciudadanos, los demonios del poder, que son la tentación totalitaria y la subsiguiente corrupción, no podrán ser vencidas. En un país dominado por el lumpencapitalismo esta tarea es imposible. Todos los elegidos por el voto popular, presidentes, gobernadores, congresistas, alcaldes, entre otros, pueden estar sometidos al “carácter demoniaco del poder”. Salvo mejor opinión.