Este editorial iba a versar sobre la inutilidad de las denuncias constitucionales “como cancha” que el Ministerio Público –bastante politizado, hay que decirlo–, ha presentado contra la presidenta Dina Boluarte. El eufemismo “como cancha” iba a ser un juego de palabras para redondear la idea respecto a que no pasará absolutamente nada con ellas. ¿Por qué? Porque la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales -y el Congreso- está en manos de Alianza para el Progreso, el partido político de César Acuña que, sin el mínimo reparo, ha prestado su bancada para aupar a una mandataria que tiene 0% de aprobación a cambio de ministerios y altos puestos en el Ejecutivo, mientras a nosotros nos matan.
Un niño de seis años es la última víctima de la ola criminal. La poca cohesión ciudadana logró concretar un paro en protesta ante la inseguridad en la que viven los choferes y, en vez de mostrar un poco de empatía con los conductores -que son asesinados por tratar de ganarse la vida- Boluarte minimizó la protesta antes de subir a un avión rumbo al Vaticano. Ella está en Roma y en el país matan a un niño dentro de una combi, en pleno estado de emergencia, delante de su madre. ¿A los cuántos muertos alguien del gobierno tomará acciones reales? Reales, no la pachotada del nuevo ministro del Interior, Carlos Malaver, que a través de redes sociales “ha dispuesto la captura inmediata” de los asesinos de este menor. ¿A los cuantos muertos le vamos a empezar a importar a este gobierno?