Los ecuatorianos han tomado la excelente decisión de reelegir a su actual mandatario, Daniel Noboa, no tanto porque esté haciendo un buen gobierno en el vecino país golpeado brutalmente por el crimen organizado, sino porque al haber votado por él en el balotaje del último domingo le han dado la espalda a la izquierdista Luisa González, la ahijada y protegida del expresidente Rafael Correa (2007-2017), un triste personaje que luego de la derrota parece haber quedado sepultado en la convulsionada historia política de su país.

Pero más allá del triunfo de Noboa por casi 10% por ciento de diferencia sobre González, un porcentaje mucho mayor al previsto por las encuestas previas, lo que llama la atención es que la izquierda derrotada ha salido a gritar “fraude”. Sí, desde el sector que han apañado el escandaloso robo de elecciones cometido por Nicolás Maduro en Venezuela en julio del año pasado, ahora se quejan de que los comicios en el vecino país del norte no han sido limpios ni transparentes.

Hasta la Organización de Estados Americanos (OEA) ha ratificado la limpieza del triunfo de Noboa tras el trabajo de su misión de observación, pero las denuncias de presuntas irregularidades no cesan. Cómo será de alucinado y surrealista este reclamo, que incluso el dictador Maduro, un apestado internacional por estar al frente de un régimen ilegítimo que solo reconocen gobiernos parias como los de Cuba o Nicaragua, ha dicho ayer que en Ecuador se ha producido un “fraude horroroso”.

Este señor debería saber que “horrorosa” es su tiranía que con el cuento del “socialismo del siglo XXI” ha llevado a su país a la miseria, a que millones de personas no tengan qué comer y se hayan visto en la obligación de migrar para no morir. “Horrorosa” es también la falta de libertades democráticas que han sido pisoteadas desde hace 25 años, desde la llegada al poder de Hugo Chávez, quien hizo una Constitución a medida para que el chavismo se quede eternamente al mando.

Queda claro que con la votación del domingo, Ecuador se ha salvado de caer en la nefasta órbita de países que integran tiranías como las de Venezuela, Cuba y Nicaragua, y que tienen como tibios cómplices y tontos útiles a México y Colombia. Recordemos que días antes de las elecciones, la excandidata correísta Luisa González se negó a condenar a la dictadura chavista que ha generado una desordenada ola migratoria que también afecta a su país y ha aportado al crecimiento de la criminalidad. Fue un disparo a los pies.