En medio de un ambiente de crispaciones políticas en el país, hoy será interpelado por el Congreso el ministro de Trabajo, Iber Maraví. Tendrá que responder sobre sus presuntos vínculos con atentados terroristas. Es evidente que si sus argumentos no convencen a los legisladores, que es lo más probable, será censurado y obligado a renunciar. No queda otro camino.

El Congreso tiene la palabra. Es momento de contribuir con el esfuerzo de forjar un país serio, creíble y democrático. Para ello, el Perú necesita ministros con mayor preparación y fundamentalmente con más autoridad moral. Está claro que antes tuvimos en el Ejecutivo personajes impresentables, pero eso no puede inducirnos a ignorar a los muy malos que tenemos ahora.

Según el último sondeo de Datum, el Parlamento es la institución con más poder en el país. El 24% de peruanos lo considera así y supera al Ejecutivo (13%). Es tiempo que esa fortaleza del Congreso no quede en los papeles y se plasme con la acción. Los resultados de su gestión tienen que marcar una influencia importante en la marcha del Gobierno. En esta coyuntura debe darle un claro mensaje para que rectifique el rumbo. Es cierto que el Legislativo es un conglomerado de bancadas a menudo hostiles entre sí y por ello los desencuentros crónicos, pero hoy la grave situación del Perú exige estar a la altura de las expectativas de la gran mayoría. Las distintas fuerzas políticas deben encontrar puntos de común acuerdo.