Ayer, domingo 25 de abril, se ha conmemorado el Día Mundial de la lucha contra el Maltrato Infantil. La violencia física o psicológica contra los niños es una realidad dramática y deplorable que los Estados no han podido cambiar a pesar de los numerosos planes gubernamentales y hasta de los apoyos del sector privado.

Los niños constituyen el grupo humano más indefenso y vulnerable de la sociedad y por esa razón su protección por el derecho interno y el derecho internacional, se convierte en una exigencia, aun cuando, hay que decirlo, lo que más existe son normas jurídicas en su favor, como los convenios de La Haya sobre los niños de 1980, 1993 y 1996 de los que el Perú es firmante, u otros como la Declaración de Derechos de los Niños y Adolescentes de la ONU del 20 de noviembre de 1959, que establece que el niño por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidados especiales, e incluso la protección legal, tanto antes como después del nacimiento.

Por la fragilidad de su estructura psico-somática los niños constituyen el grupo social por naturaleza más frágil y fácilmente engañable y es por esta última razón que para el derecho son inimitable, es decir, exentos de responsabilidad penal. Pero por su referida vulnerabilidad es que surte como la razón central y más poderosa por la cual, aunque aún en solitario, seguiré insistiendo firmemente convencido, de que en el Perú decidamos la pena de muerte para los violadores de menores de edad que fallecen como consecuencia del ultraje.

También es calificado como maltrato infantil la explotación de  los niños. De hecho, la Organización Internacional del Trabajo - OIT ha emitido regularmente importantes resoluciones contra el trabajo infantil. Recordemos que en el mundo hay más 2,200 millones de niños -somos cerca de 7,600 millones de habitantes en el planeta-, y de ellos, 1000 se encuentran en la condición de pobreza. Por la pandemia del Covid-19, ahora hay más niños en condición marginal y se ha acrecentado los abusos hacia los menores. En el Perú representan casi un tercio de la población total, llegando a los 9,6 millones. Para acabar con el maltrato infantil, implementemos políticas públicas decididas. Es lo que falta.