Ya empezaron las lluvias y se está mojando la tierra. Para algunos es bueno y para otros es malo, y hay otro grupo de personas que empieza con el negocio, pues es la época de la confusión, las cantinfladas, el Topo Gigio (“lo dije yo primero”) y las excusas, que después de los daños tratan de explicar qué sucedió.

La meteorología es una ciencia horizontal. Todos la usan, pero muchos no la aplican por algo sencillo: no sabemos explicarla bien y como el usuario necesita.

Debemos hacer dos cosas: ser precisos, saber dónde, cuánto y cuándo va a llover, tanto en cuencas como en ciudades. Y lo segundo: llegar a nuestros usuarios con simplicidad y claridad, que les permitan usar el gran trabajo que hacemos.

Por ejemplo, si tenemos vigilada la cuenca del río Rímac con la debida anticipación, ¿el agro se vería beneficiado? Sí. ¿La minería y el transporte de los productos? Es obvio. ¿El turismo sabría dónde desarrollarse con menor riesgo? También. ¿La salud contaría con indicadores para disminuir las zonas de atención de enfermedades causadas por el calor o por lluvias? Está claro. ¿La mejora de la alerta temprana serviría para evitar desastres causados por la no adaptación al cambio climático? De cajón. ¿Brindar información oportuna ayudaría a que las FF.AA. puedan planear a menor escala las zonas donde debemos ayudar? Fijo. Por todo esto y otras razones no tan evidentes, la mejora de la economía sería un hecho y por ende la mejora de la población, todo esto a pesar que nos ubicamos en lugares no aptos para vivir y seguimos con exceso de población de las cuencas costeras.

Está información adaptada a cada una de las actividades de los peruanos, sería de gran provecho para el país y una herramienta en la toma de sus decisiones. Solo debemos llegar a la gente y no esperar a que nos busque.