La conformación del Congreso elegido, disperso y con varias minorías, obliga a las bancadas a dialogar y a establecer acuerdos y pactos entre ellas. Las obliga a hacer política, para poder legislar y/o fiscalizar. Los partidos vinculados con la corrupción han sido sancionados por la población. El Apra y Solidaridad Nacional no superan la valla electoral y estarán ausentes del Congreso, aunque en el caso de Podemos Perú el elector ha sido benévolo, pese a sus cuentas pendientes con la justicia (Urresti, Luna).

La votación expresa la crítica no solo a los llamados “partidos tradicionales”, sino al modelo económico y social de la Constitución. Solo así encontramos explicación a las votaciones alcanzadas por UPP (Antauro Humala) o el Frepap, que mezcla lo religioso con lo político.

La composición del Congreso oscila desde posiciones conservadoras de derecha, hasta las que piden cambios radicales. Los acuerdos parecieran difíciles de concretar. La mayoría de las fuerzas presentes no plantea cambios constitucionales necesarios e indispensables en este período. Estemos atentos.

La izquierda, sancionada por sus reiteradas divisiones, enfrenta un nuevo período, cuesta arriba. Necesitamos alcanzar acuerdos programáticos en un proyecto nacional de unidad y desarrollar mecanismos organizativos y democráticos de participación y elección. Esto es indispensable ante las responsabilidades y tareas por afrontar.

Una sociedad tan profundamente desigual como la nuestra, requiere respuestas de cambio efectivo. Es nuestra responsabilidad superar la dispersión política, respetando nuestra diversidad social, y construyendo oportunidades para todos y todas.