“Piensa mal y acertarás”, reza un viejo dicho que cae como anillo al dedo a la cada vez más sorprendente industria del entretenimiento, donde no todo es lo que parece, industria en la que el cálculo es elemento imprescindible para que lo irreal parezca certero.

Vayamos al grano. ¿Cuál ha sido la noticia internacional más comentada durante los últimos siete días? Así nos pese, el “error” del presentador norteamericano Steve Harvey al anunciar como Miss Universo 2015 a la reina equivocada, Ariadna Gutiérrez, Miss Colombia, y minutos después, al darse cuenta de su desatino, rectificarse y nombrar a la verdadera, Pía Alonzo Wurtzbach, Miss Filipinas.

Y vaya que el certamen que vendió hace algunos meses Donald Trump a la compañía de representación de talentos WME/IMG necesitaba de ese impacto mediático. No solamente venía atravesando una severa crisis de credibilidad, sino también la amenaza de algunas misses latinas de no participar en el evento de belleza por las declaraciones racistas de Trump en contra de

los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos. Ante ese panorama, Miss Universo partía ya con

varios elementos en contra.

Por si no lo sabían, desde este año la transmisión del evento corre por cuenta de la cadena Fox, que apostó por el show de tres horas luego de que la NBC tuviera la exclusividad. La televisora que se estrenaba con Miss Universo y que pagó por los derechos hoy se frota las manos porque no podía haber resultado mejor el impacto del concurso en los medios de comunicación en el mundo.

Todos han sacado “alguito” de este “escándalo real”. Steve Harvey ha sido ratificado como presentador

del concurso para el próximo año, cuando lo lógico es que lo hubieran despedido sin excusas de por

medio, la reina colombiana se ha convertido en una celebridad y hasta le ofrecieron un millón de dólares

por una cinta triple X. La Miss Universo 2015, Pía Alonzo Wurtzbach, luce orgullosa la corona y los nuevos dueños de la franquicia pueden respirar tranquilos, el certamen está en boca de todos. Ganaron todos.

Entonces, no suena tan descabellado pensar que en una industria cada vez más agresiva y que en muchos casos no conoce límites, todo lo visto por millones de televidentes en el mundo entero haya sido arreglado y hasta las lágrimas calculadas. Lo único cierto que por obra y gracia de un “error” vimos a dos reinas peleando por una corona y a millones tragándose el cuento.