En los últimos días debido a la visibilidad del 2 de abril “Día de la Concienciación del Espectro del Autismo” se ha puesto de manifiesto la necesidad de retomar con fuerza la educación inclusiva para todos, teniendo en cuenta, “que todas las personas tenemos el derecho a ser reconocidas y educadas como diferentes, pero al mismo tiempo como iguales a lo largo de la vida”.

Lo señalado, me ha trasladado al año 2003 cuando en la nueva Ley General de Educación contribuimos a que se estableciera la educación inclusiva para personas con discapacidad, así como con superdotación y talentos. Asumimos el compromiso durante muchos años de impulsarla en el Minedu. Recuerdo cuando logramos reponer a Niños con Síndrome de Down a las aulas regulares de un colegio, lo cual sirvió de lección para evitar en lo posible acciones posteriores de discriminación a otros estudiantes con discapacidad. En el 2004 comenzó a funcionar –actualmente minimizada– la Dirección General de Educación Básica Especial que lideró por muchos años la educadora Clemencia Vallejos. En esta política educativa siempre se ha tenido el apoyo de muchos directores, docentes, padres de familia y medios de comunicación. Es más, se estableció la obligatoriedad de matricular como mínimo dos alumnos con discapacidad por aula.

A los estudiantes hay que verlos en toda su amplitud. Algunos pueden presentar discapacidades para aprender de cierta manera, otros pueden tener talentos. También hay diferencias por la cultura, la religión, el neurodesarrollo, etc. Este es el gran desafío de nuestros tiempos con un sistema y una escuela diferente “con las condiciones básicas de calidad”. El reto debe retomarse e ir más allá. Se trata de desarrollar “una educación inclusiva en y para la diversidad”.