El Perú tiene aproximadamente 2.2 millones de unidades productivas agropecuarias. De todas ellas, el 97% es parte de la agricultura familiar caracterizada por pequeñas extensiones de terreno, poca tecnificación y una organización familiar del trabajo.

El éxito agroexportador del Perú se contrapone a una situación devastadora en regiones de sierra y selva, donde los productores se mantienen en condiciones de pobreza. Productos como el arándano, el espárrago o las uvas han conquistado mercados internacionales por el enorme esfuerzo del sector privado ¿Y el Estado? ¿Qué está haciendo? En estos meses he recorrido toda la sierra del Perú y compruebo que el Ministerio de Agricultura es un elefante blanco que contribuye a mantener a la gran cantidad de agricultores en el olvido ¿En qué se gastan los S/ 2720 millones de soles que maneja el ministerio? Se gastan en burocracia.

Mientras que en las oficinas ministeriales de lujo se encuentran en Lima, las Agencias Agrarias (Provincias) y las Oficinas Desconcertadas (Regiones) carecen de personal preparado y recursos. Los agricultores y ganaderos no buscan migajas, son representantes reales del mercado. El problema no son ellos, el problema es la ideologización de la burocracia que “que cobra por ayudar al agricultor” pero que jamás han visitado una chacra o han cosechado un choclo.

La agricultura peruana necesita las condiciones para poder competir en una economía libre y para ello el esfuerzo de política pública agraria debe incidir en: estudios de suelo, mejoramiento de semillas y material genético, incentivo a la industrialización y capacitaciones en negocios, mercados y precios. Los peruanos del campo son fuertes, compiten en desigualdad a diario, fracasan y se levantan. Confío que con un granito de arena: conquistaremos el mundo con nuestros productos.