Semanas atrás, Vicente Alanoca fue presentado como el futuro aspirante presidencial de Nuevo Perú luego que la dos veces candidata Verónika Mendoza, anunciara que daba un paso al costado con miras a las elecciones del próximo año, quizá por ser consciente de que políticamente era un cadáver tras haber apoyado a gente como Vladimir Cerrón, Gregorio Santos, Walter Aduviri y Pedro Castillo, y de proponer para el país, en materia económica, el “modelo boliviano”, que ha resultado siendo un tremendo fracaso.
El caballero fue lanzado como un “Pedro Castillo 2.0”, es decir, un hombre articulado y sin las limitaciones académicas, profesionales y políticas exhibidas hasta el cansancio por el golpista. Incluso era mostrado como un “peligro” ante la posibilidad de que aglutine el voto de la izquierda que se dice “moderna”. Bueno, Alanoca acaba de incinerarse solito a través de una entrevista con el periodista César Hildebrandt, en que ha dicho demasiadas barbaridades como para ser considerado un candidato serio.
Como todos los representantes de la izquierda antediluviana anclada en los años 60 y 70, se ha negado a calificar a Venezuela, Nicaragua y Cuba como “dictaduras”. Ante a la insistencia del periodista, Alanoca trató de hacer malabarismos verbales para no chocar con Nicolás Maduro, Daniel Ortega ni Miguel Díaz-Canel. En esos países matan gente, las elecciones son una tomadura de pelo, la prensa tiene una pestilente bota sobre la cabeza y sólo el que tiene suerte puede cruzar la frontera, pero para el ahijado de Mendoza no pasa nada.
Pero no fue la única barbaridad. Quien en breve saldrá a pedir el voto a los peruanos para gobernarlos, ha dicho que Castillo no pretendió quebrar el orden constitucional, sino que él fue la víctima de un golpe de Estado. Sí, el mundo al revés. El planeta enteró vio al profesor dando su infame mensaje del 7 de diciembre con su banda presidencial en el pecho, pero para la “carta” de Nuevo Perú, los golpistas son Dina Boluarte y los congresistas. ¿De dónde sacaron a este pobre señor?
Si creían que con Alanoca venía una “izquierda moderna”, ahí tienen a su “nuevo” representante pasando por agua tibia a dictaduras brutales y eternas, más allá de exponer ideas retrógradas y absurdas, como apelar a factores étnicos y raciales en su mensaje político con la clara intención de dividir, en lugar de unir. Un fiasco más, un rojito más que difícilmente marcará una diferencia con lo visto antes. Quiere mostrarse como un “Castillo corregido”, pero a la larga es lo mismo. Quizá sólo le falte el sombrero.