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El amor en los tiempos de Pedro Pablo Kuczynski. Ciertamente, amar no es un delito porque hasta Dios amó, como estableció Felipe Pinglo Alva en “El Plebeyo”, pero el enamoradizo ministro Mariano González mutó de la literatura celestial al hecho terrenal exagerado y rompió el precepto. Hoy el ex hombre fuerte de la Defensa, que hasta pintaba para Premier, está cero balas en credibilidad y a merced de los inclementes memes y el troleo diarios.

Y es que González comió del fruto prohibido dentro del portafolio mismo, forrándose de una asesoría in house costosa y olvidando que Dios -sí, otra vez Dios- perdona el pecado pero no el escándalo; S/15,600 era un sueldo para ponerle velitas a todos los santos, y la flaca estaba en las nubes.

Como suele ocurrir en esta gran viña del Señor, alguna víbora celosa lo filmó en plenos arrumacos callejeros con la doctora y, sin vuelta que darle, con todo el dolor de su corazón, PPK -mismo Moisés- le lanzó la frase lapidaria: “Yo también creo en el amor, pero no a costa del Estado”.

Lo que Kuczynski quiso decir es que las arcas públicas son sanas y sagradas y no pueden servir para alimentar los caprichos amatorios de un ministro -buena gente, por lo demás- que escogió el sitio equivocado para pegarla de Papá Noel.

“El único delito que he cometido es haberme enamorado de una maravillosa mujer”, alegó Mariano González al verse in fraganti. Debería recordar lo que decía Francis Scott Fitzgerald: “El dinero ha aniquilado más almas que el hierro cuerpos”. 

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