La palabra burocracia proviene del francés “bureaucratie”, y se compone de la voz “bureau”, que significa ‘oficina’ y del sufijo “cracia”, del griego “kratía”, y que podemos traducir como ‘gobierno’, ‘dominio’ o ‘poder’. El padre de la “burocracia” fue el economista alemán Max Weber, quien sostenía que ésta es la forma más eficiente de “organización” con una bien definida línea de autoridad, reglas y reglamentos que debían ser estrictamente seguidos por todos. En conclusión, el burócrata o funcionario público se encuentra en una posición de privilegio dentro de la organización estatal y frente a los administrados.

En pleno siglo XXI tenemos un Estado, acompañado de su peculiar burocracia, que se expande por sobre los ciudadanos y cuya definición realista resume su propósito como “el arte de hacer difícil lo fácil a través de lo inútil”. Lo cierto es que la burocracia y los burócratas, contribuyen mayormente a crear trabas y sobreregulaciones que terminan destruyendo y afectando la inversión, el poder adquisitivo de la población e incluso la libertad. El alto índice de tasas impositivas, los tramites muchas veces impertinentes e innecesarios, la imposición de requisitos (muchas veces por encima de lo que manda la propia ley) y las demoras y dilataciones de los plazos, fastidian y obstaculizan en lugar de ayudar a ordenar los procesos que deben seguir los ciudadanos para la obtención de sus autorizaciones o la satisfacción de sus necesidades. Claro, muchos podrían decir que en el Perú los peruanos somos mayoritariamente informales y nos caracterizamos por no cumplir el principio de legalidad, pero quizá una de las razones fundamentales de que ello ocurra se escuda en la cantidad de regulaciones bobas que nos abruman. Liberar a la ciudadanía de estas marcas de opresión burocrática, prohibir a prohibir, liberar la libertad contractual y la iniciativa individual y colectiva, eliminar restricciones absurdas y reducir el número de burócratas, permitirá que los ciudadanos seamos más libres y podamos hacer todo aquello que deseemos, con excepción de aquello razonablemente prohibido. Automatizar procesos, simplificar requisitos y generar rapidez en la atención de autorizaciones y permisos, podría lograr un mayor equilibrio en nuestra alicaída sociedad.