El gobierno insiste el tratar de sorprender a los peruanos con el cuento de la persecución política contra el presidente Pedro Castillo y sus parientes, a pesar de que el Ministerio Público tiene evidencias de sobra que indican que el mandatario, su esposa y su cuñada-hija, junto a coterráneos y socios, llegaron al poder para llevarse todo lo que pudieran.

Ayer desde Trujillo, el premier Aníbal Torres ha insistido con esta historia, teniendo al lado al propio mandatario que no dijo ni una palabra sobre su complicada situación judicial y la de su entorno. El jefe del gabinete volvió a referirse a presidentes corruptos del pasado, como eso salvara de culpa al profesor sindicado como cabecilla de una mafia, nada menos.

El mandatario y su premier deberían saber muy bien que cualquier peruano medianamente informado ya sabe que quienes han salido con la vieja historia de la “persecución política” han acabado muy mal. Ejemplos hay de sobra, así que deberían buscar otra “estrategia” que vaya más allá de engañar a los peruanos.

En los últimos días, conforme avanzan las indagaciones del Ministerio Público, va quedando claro que el presidente y su entorno están muy comprometidos en actos de corrupción y que tarde o temprano, van a acabar muy mal.

Habrá que ver si para ese entonces, Torres y otros escuderos de la vergüenza siguen afirmando lo mismo, o dirán que “fueron sorprendidos”.