La primera vez que estuve en el barrio San José, en Tumbes (bajando el puente de entrada a la ciudad hacia la mano izquierda), fue en diciembre de 1997, cuando fui enviado como reportero del diario Ojo a hacer notas previas al fenómeno El Niño de dimensiones descomunales que se anunciaba para el verano del año siguiente. Está en una zona baja, por lo que gran parte del agua acumulada por las lluvias que caen sobre la capital de la región, discurre y se junta en este sector donde calles y casas suelen terminar inundadas.
Como era de esperarse, al volver a Tumbes ya en pleno fenómeno El Niño de 1998, San José estaba inundado y la gente vivía una pesadilla sin agua potable y con las redes de desagüe colapsadas, todo a casi 40 grados de temperatura. Una plaga de zancudos atacaba sin piedad incluso a niños recién nacidos en brazos de sus padres. Han pasado 27 años, quizá esos pequeños picoteados ya son padres de familia, y la situación en el barrio donde nacieron sigue siendo la misma.
Desde 1997 a la fecha han pasado 11 presidentes por el poder, varios gobernadores regionales, incontables ministros de Vivienda, Construcción y Saneamiento, decenas de alcaldes y decenas de congresistas por Tumbes, y ni uno solo ha sido capaz de impulsar o hacer los trabajos necesarios para evitar este drama que se presenta por lo menos cada dos o tres años en las épocas de lluvias. Todos saben lo que allí ocurre, pero nadie mueve un dedo por la gente que hoy, en marzo de 2025, está igual que al menos hace tres décadas.
El próximo año habrá elecciones generales y locales, por lo que decenas de candidatos a lo que sea llegarán a Tumbes a mostrarse “empáticos” y pedir el voto de la gente, como en el pasado lo hicieron otros que si llegaron al cargo al que aspiraban, se dedicaron a cualquier cosa, menos a solucionar un problema tan elemental y visible ubicado a pocas cuadras de la plaza de armas de la capital de una región que además es fronteriza y que como tal requiere un tratamiento especial.
Es imperdonable que en casi tres décadas nadie haya sido capaz de hacer un sistema de drenaje eficiente en San José. No es nada del otro mundo, por lo que queda claro que este no es un problema de recursos ni de dificultades técnicas, sino de falta de voluntad de las sucesivas autoridades y en general de un Estado que no funciona en sus tres niveles (nacional, regional y municipal), donde impera la dejadez, la ineptitud y la corrupción, aunque para pedir votos sí son todos buenos. ¿Nos tenemos que acostumbrar a esto?