En las últimas semanas, el proyecto del tren Pucallpa–Chancay ha vuelto a captar atención como símbolo de conexión entre el corazón amazónico y la costa peruana. Sin duda, se trata de una idea valiosa. Pero más allá del trazado específico, urge mirar el bosque completo: ¿cómo hacer del hub Chancay – Callao, ¿un verdadero clúster logístico y productivo para el Perú y la región andino-amazónica?

Solo en los primeros cinco meses del año, las operaciones de ingreso y salida de mercancías en el Terminal Portuario Multipropósito de Chancay ascendieron a más de 777 millones de dólares, según Ia SUNAT. Esto evidencia el dinamismo comercial existente, a pesar de no contar aún con una Zona Económica Especial en Chancay, o el desarrollo de la infraestructura y servicios públicos necesarios para potenciar el impacto y alcance de sus operaciones.

El sueño de unir el Pacífico con el Atlántico no es nuevo, y aunque interesante, no debe ser excusa para dejar de ver las necesidades que al día de hoy son indispensables, pues al día de hoy, el hub Chancay – Callao, ya genera valor. La integración del hub con el norte y el sur resulta fundamental: el desarrollo de una red ferroviaria costera es ya necesaria, no solo por su capacidad de articular regiones densamente pobladas y productivas, sino por su rol transversal como conector entre puertos, plataformas logísticas y zonas industriales.

Los corredores logísticos viales no pueden quedarse solo en la competencia nacional, requieren incluir kilómetros de las redes departamentales y vecinales con sostenibilidad. Este fue el enfoque que tuvimos cuando lanzamos el paquete de nuevas carreteras a ser concesionadas, pero de las que no se sabe nada al día de hoy. Veamos el bosque y no el árbol (o el tren).

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