Una literatura donde los bordes de la realidad se rompen para siempre en una mirífica ambigüedad. De ese material está compuesto “El buen mal” (Random House, 2025), el reciente libro de Samanta Schweblin, un conjunto de seis cuentos en el que, como dice su epígrafe de Silvina Ocampo, “lo raro siempre es más cierto”. ¿Y cómo se mira lo extraño? Desde la grieta que se forma entre lo normal y lo fantástico, entre la quietud y la culpa, entre la anhedonia y la proximidad de la muerte, entre la paternidad y el duelo. Quizá el más notable de los relatos sea el primero, “Bienvenida a la comunidad”, donde una suicida recorre su barrio y su casa después de ahogarse como Alfonsina Storni y Virginia Woolf. La escritura de la autora lleva esa certeza a un plano indeterminado y con una gran maestría que el artificio apenas se nota. Se rompen los límites de lo que conocemos como la realidad y brota el misterio más revelador. La protagonista es una madre de familia rota emocionalmente, como la mayoría de los personajes del libro, asfixiada en un matrimonio fallido y en una cotidianidad cercada por las paredes de su casa y un entorno hostil. Cada paso y conversación que tiene, tras su decisión, es una exploración de lo insólito y, a la vez, de los sentimientos más cercanos que puedes imaginar como lector, como el terror de perderse en lo indefinido. Mientras que “El ojo en la garganta” es un memorable cuento sobre la relación entre un padre y su hijo, lo complejo que nos resulta a los varones tener un vínculo sólido, bajo la incomunicación que solo genera una distancia física y emocional. Además, el horror se cuela en el descuido del cuidador, así como sucede en los siguientes cuentos. Los padres fallan, sienten culpa y tratan de sobrellevar un duelo a su manera, en un escenario cubierto por la ambigüedad, que enriquece la propuesta y genera más sentidos y otras lecturas sobre las acciones de los personajes y sus desenlaces. Aunque, en los dos últimos cuentos, la ambigüedad sea menor e, incluso, las historias son predecibles, la escritora argentina toma otros caminos para conseguir, en “La mujer de Atlántida”, una conmovedora ficción sobre la pérdida y las formas de sobrevivir, y en “El Superior hace una visita”, una exploración de la condición inextricable de una mujer que, en una experiencia radical, encuentra la voluntad para vivir. Desde el título, este libro mira la complejidad del ser humano como una forma de llegar a otras verdades.