Al cierre de esta columna, seguía encallado el barco Ever Guiven de más de 400 metros de eslora (largo) y con bandera panameña, en las aguas del Canal de Suez, la obra de ingeniería marítima en el Sinaí del siglo XIX, que junto a las Pirámides, seguramente son las dos maravillas que le dan a Egipto no solo un lugar importante en la historia universal, sino que supone para el país árabe africano, uno de los mayores ingresos fijos que permite el desarrollo de su economía. Su construcción se inició en 1859 -gobernaba el Perú el mariscal Ramón Castilla, en su segundo gobierno-, este canal que une las aguas del Mar Rojo con las del Mediterráneo, fue clave en la política egipcia desde los tiempos del presidente Gamal Abdel  Nasser que lo nacionalizó (1956), desatando una guerra. Por estos días en que se está produciendo un embotellamiento de las embarcaciones que buscan pasar de un lado a otro del canal, provocando por el atasco de la nave, un tráfico mayor que el habitual -cerca del 12% del comercio marítimo mundial circula por el canal-, nos recuerda a las nuevas rutas que los comerciantes de Génova, Nápoles y Venecia con Marco Polo a la cabeza, debieron buscar para llegar hasta las Indias o el Catay, pues Jerusalén, donde se encuentra el Santo Sepulcro -según la fe y la tradición cristiana, Jesús de Nazaret, allí resucitó al tercer día de su muerte-, había sido tomado por los turcos otomanos de Mahomet II. Hoy, las navieras están pensando en nuevas rutas para llegar hasta Europa o hacia la región asiática. Como al final de la Edad Media, el Cabo de Buena Esperanza, ubicado en la parte más austral de África, sería la ruta considerada como una posibilidad, pero decidirla, significará unos 10 días más de travesía. Mientras trabajan expertos europeos y japoneses en dragar el lugar en que se ha producido el accidente naviero, los precios de las mercancías y productos en los puertos cercanos y de destino, han comenzado a subir (Pérdidas por día: 5,600 millones de dólares). Aunque seguramente pronto lograrán abrir paso para despejar el canal de 163 kilómetros de longitud, el accidente marítimo sucedido el último martes, pone al descubierto la capacidad de respuesta y de contingencia del desarrollo marítimo y naviero egipcios, eso verdad, pero sobretodo, internacional.