Cuando el Congreso propuso el financiamiento de los partidos políticos por parte del Estado, la intención era vivir a costa del dinero de todos los peruanos. No hay duda. Claro, en ese entonces se dijo que la subvención era para fortalecerlos, un engaño que hoy nos cuesta millones de soles.Lo revelado por Punto Final es demoledor: Avanza País (AP), el partido de derecha que siempre denuesta de la izquierda comechada, despilfarra el dinero que le otorgó el Estado por participar de la vida política mediante su bancada en el Congreso. Todos han mirado al cielo.Así como el partido de Cavero, Bazán, Tudela y compañía, quienes se han lavado las manos pese a que están allí gracias a AP, hay otros grupos políticos que se dedican a maquillar los gastos con capacitaciones a sus militantes. Todo es ñanga. Ese dinero sirve para mantener a sus dirigentes comechados. ¿Hay algún órgano de control?El gran problema no sólo fue el Congreso, sino también el propio Estado que no vela por el buen uso de nuestros recursos. De esta manera, le entrega millones de soles a dirigentes fantoches para robustecer sus bases y que no caigan en la tentación de la corrupción. ¿Y les creemos? Por supuesto que no.La clase política es majadera y, por lo tanto, hay que ponerle límites, los mismos que el Estado carece. Porque al final en el círculo vicioso de nuestra decadencia social siempre están los políticos: en el Congreso, pasan al Ejecutivo y toman el Estado. Ellos jamás van a ponerle el cascabel al gato.