No tengo la menor duda que el expresidente y hoy recluso Pedro Castillo es un cínico y caradura, quizá uno de los más grandes que ha podido dar este país plagado de por sí de políticos sinvergüenzas. Llora y afirma que fue víctima de un golpe de Estado, cuando el Perú entero lo vio ordenando el cierre del Congreso y la toma del sistema de justicia. Dice que los de acá y los de allá son corruptos, cuando más de un testigo dice haberle pagado coimas con sobres llenos de dinero.
En la última de las audiencias del juicio oral que se le sigue precisamente por el golpe fallido del 7 de diciembre de 2022, este sujeto ha dicho que el actual gobierno ha cometido traición a la patria al suscribir un tratado en Francia, lo cual no es así, según se ha ido aclarando con el paso de las horas a través de declaraciones de expertos en la materia. Pero más allá de eso, Castillo no tiene ninguna autoridad para hablar de atentar contra los intereses y la soberanía del país.
Ningún peruano puede olvidar que en una entrevista a CNN, desde el mismísimo Salón Dorado de Palacio de Gobierno, el entonces presidente Castillo señaló que se tendría que convocar a un referéndum para dar salida soberana al Mar de Grau a Bolivia, una idea que este caballero tenía desde mucho tiempo atrás, cuando en sus reuniones sindicales con radicales y gente vinculada a bandas terroristas en el vecino país, levantaba el puño y exigía acabar con la mediterraneidad de los altiplánicos. Las imágenes no mienten.
Por eso, queda hacer un llamado a los magistrados que vienen juzgando a Castillo para que pongan orden en la sala y eviten que el golpista haga sus proclamas politiqueras durante las audiencias. Es una falta de respeto al Poder Judicial y a los peruanos el tener que escucharlo cada vez que le da la gana para autoproclamarse “presidente en funciones”, “preso político”, “secuestrado” y demás, cuando el país entero sabe que el proceso se viene llevando a cabo cumpliendo todos los estándares internacionales.
De otro lado, un país que ha sido víctima del gobierno de este sujeto, merece verlo condenado de una vez no solo el caso del golpe, sino también por todas las raterías que han sido denunciadas desde cuando estaba en el poder. Ahí están los casos de Puente Tarata, Petroperú, Ministerio de Vivienda, ascensos en la Policía y hasta el plagio de su tesis. Que sea de una vez, para que después no se diga que el calor de las próximas elecciones distorsionó las decisiones de los jueces que si son justas, tendrían que ser severas, tal como manda la ley.