Como al expresidente Pedro Castillo no le ligó la semana pasada el show de retirarse de la sala donde es juzgado para que tal como manda la ley, sea retornado a la fuerza por la Policía Nacional, todo esto a fin victimizarse y presentarse como “un pobre campesino andino secuestrado, jaloneado y maltratado por las fuerzas represivas de un gobierno abusivo”, ahora el golpista está tratando de armar otro espectáculo lamentable con su supuesta huelga de hambre.
Recordemos que a Castillo le gusta el show y el circo barato para victimizarse. Allí están esas “inmortales” imágenes en que se le ve tirándose al piso en la avenida Abancay en sus tiempos de sindicalista y huelguista radical en alianza con el Movadef, o cuando usaba su sombrero de hombre de campo en ceremonias oficiales e incluso cuando hacía visitas oficiales al extranjero. ¿Era necesario cubrirse del sol bajo el techo de Palacio de Gobierno, del Congreso o la sede de la ONU en Nueva York?
A falta de argumentos para librarse de la segura condena que le espera por el fallido quiebre constitucional del 7 de diciembre del 2022, a Castillo solo le queda generar imágenes que despierten la “solidaridad” y la reacción de quienes aún lo apoyan, que son algunos congresistas elegidos por Perú Libre, sus parientes, los que trabajaron con él, izquierdistas que rechazan el 5 de abril de 1992 pero adoran a su profesor golpista, y mandatarios de la región patéticos como Claudia Sheinbaum de México o Gustavo Petro de Colombia.
Debe quedar claro que el único responsable de estar preso y a un paso de ser condenado es el propio Castillo, quien pese su desastroso y corrupto gobierno, se mantuvo en Palacio de Gobierno al amparo de su legitimidad constitucional. Fue echado solo cuando quiso dar su golpe de Estado, que comprendía el cierre del Congreso, la captura del sistema de justicia, detenciones arbitrarias y la convocatoria a una constituyente. ¿Acaso no es todo esto un grave delito? ¿O se le perdona solo porque es de izquierda?
La sala a cargo de juzgar a Castillo debe manejar las audiencias con mucha autoridad y tacto, para que este triste personaje que tanto daño ha hecho al país, no cuente con un espacio para el show, que es lo que está buscando con desesperación. Una foto siendo jalado por un policía o tirado en un colchón mostrando los estragos de su supuesta huelga de hambre, es todo lo que necesita para armar un cuento de alcance internacional con el que cree que va a salvarse de la cárcel.