La expresión “tirapiedra” tiene distintas connotaciones. En general, trata de identificar a aquellas personas que participan en disturbios, enfrentamientos o manifestaciones violentas; también, describe a las personas conflictivas o revoltosas, agitadoras sociales, especialmente cuando no tienen propuestas claras y solo critican todo lo que oyen o ven. “Dime de que se trata para oponerme”, podría ser el lema de este “club”.
La reciente llegada de los famosos vagones y locomotoras de CalTrain, tramitados por la Municipalidad de Lima y usados mediática y políticamente por su alcalde, ha generado un sinfín de reacciones de distintos calibres, a favor y en contra. Mientras algunos critican ácidamente la “donación” de lo que denominan “chatarra”, otros consideran que se trata de una oportunidad para una ciudad como Lima, que resultará beneficiosa al favorecer el transporte de miles de ciudadanos. Unos afirman, con razón, que el proyecto Lima-Chosica no será viable hasta que no cuente con un expediente técnico que garantice estaciones, vías y demás facilidades y pase pruebas rigurosas de seguridad; otros señalan que la municipalidad debió coordinar la donación con otras entidades públicas habilitadas para su autorización y puesta en funcionamiento como resultan ser la ATU o el Ministerio de Transportes y Comunicaciones.
La gran pregunta es ¿si la Municipalidad de Lima y su controversial alcalde hubieran coordinado un expediente técnico con las autoridades, antes de aceptar la donación, hubiéramos podido disponer de estos vagones y locomotoras tras los largos periodos que suele tomar semejante decisión estatal? Hemos sido testigos en otras oportunidades del deterioro de equipos médicos y hasta alimentos donados al país desde el exterior que, habiendo llegado a puerto, jamás pudieron ser ingresados por absurdas medidas burocráticas que impidieron su uso a favor de miles de personas.
¿Por qué no darnos la oportunidad y el espacio para que el análisis técnico y las soluciones estratégicas y operativas se abran paso y dejemos de lado el insulto fácil y la descalificación? Si tenemos ya unas locomotoras y sus vagones a disposición y se requiere un plan que viabilice su uso a favor de millones de personas, ¿por qué no intentarlo, con buena voluntad, en lugar de convertirnos en los “tirapiedras” de la ciudad? Necesitamos abrir el debate público con conocimiento y argumento técnico, no con un lamentable show.