El legislador que desde el próximo mes de julio ocupe la Presidencia del Congreso, tiene que entrar con el firme propósito de acabar desde un primer momento con las sesiones virtuales tanto del Pleno como del trabajo en comisiones, pues no existe la menor justificación para mantener esa modalidad de labores que entró en vigencia al inicio de la pandemia de COVID-19, hace cinco años.
Es indignante ver sesiones del Congreso con escaños o asientos vacíos, simplemente porque la actual Mesa Directiva encabezada por Eduardo Salhuana, de Alianza para el Progreso (APP), insiste en el llamado “trabajo remoto”, que no hace más que incrementar el rechazo de la ciudadanía frente al Poder Legislativo.
En un país donde los ciudadanos tienen que salir de sus casas a trabajar incluso en medio de duras condiciones, qué corona tienen los legisladores, muchos de ellos además implicados en delitos y escándalos, para laborar desde la comodidad de sus casas, sus autos o quizá hasta desde la playa, como se hizo notorio en cierta ocasión.
Es de esperarse que desde julio próximo, con la esperada salida de APP de la Presidencia, se termine el trabajo a distancia y se proceda a descontar a quienes no asistan a trabajar, tal como sucede en cualquier centro de labores que se respete.