Mientras el país atraviesa serios problemas como el de la violencia callejera que cobra vidas todos los días, el Congreso hace noticia por los escándalos “extrapolíticos” protagonizados por sus integrantes como el de la presunta red de prostitución que habría operado en el propio Legislativo bajo la jefatura de un personaje ligado a Alianza para el Progreso (APP) y ahora el de la fiesta inolvidable en Trujillo con pasajes pagados con dinero de todos los peruanos, según el Ministerio Público.

En el primer caso, todos se tiran la pelota y miran a otro lado. Nadie sabe nada, al tiempo que Isabel Cajo, una trabajadora del despacho del congresista Edwin Martínez, que parece que sabe bastante del asunto, ha denunciado el robo de su teléfono celular, lo que ha sido desmentido por la Municipalidad de Magdalena, que videos en mano ha demostrado que la servidora parlamentaria no ha sufrido hurto alguno en el lugar y la hora que ha indicado ante la Policía Nacional. ¿Qué está tratando de ocultar?

Pero este escándalo con dos asesinatos de por medio no ha terminado, cuando ya empezó otro. El martes último, la Fiscalía de la Nación ha anunciado que ha presentado denuncia constitucional contra seis legisladores por el presunto delito de peculado doloso y una por el mismo delito, pero en modalidad de tentativa. Son siete en total. Los sindica de irse a una rumba en Trujillo con pasajes que obtuvieron del Congreso con el cuento de que se iban por razones de trabajo.

Se trata de Diego Bazán (Renovación Popular), Kira Alcarraz (Podemos Perú), María del Carmen Alva (no agrupado), Patricia Chirinos (Renovación Popular), Edward Málaga Trillo (Avanza País - Partido de Integración Social), Arturo Zeballos (Renovación Popular) y Rosángella Barbarán, esta última en tentativa, pues si bien gestionó el pasaje, a último momento no viajó por motivos personales. El primero de los mencionados estaba de cumpleaños y organizó una fiesta que parece que nadie se quería perder.

Como vemos, esto nada tiene que ver con debates políticos o posturas ideológicas. Se trata de escándalos baratos, puros y duros. Todo eso sumado a los “mochasueldos”, “los niños” y demás perlas que han ido saliendo de corazón de este Congreso nefasto cuyos miembros, como si fuera poco, nos han regalado la posibilidad de ser reelectos en el 2026, así que no nos hagamos ilusiones. Puede que los volvamos a ver hasta el 2031, si es que no votamos de manera responsable.