Continuando con el tema del compliance iniciado en las semanas previas, resulta necesario reflexionar sobre la necesidad de un cambio estructural y de mentalidad que permita al Perú alinearse con los estándares globales de desarrollo. Este cambio no sólo debe ser radical, sino también progresivo, abarcando aspectos esenciales que impacten directamente en la competitividad del país. La educación en compliance y ética es el punto de partida para esta transformación. La Incorporación de valores cívicos, respeto a las normas y cumplimiento normativo en los currículos escolares y universitarios permitirá combatir la percepción de que los “atajos” son aceptables. Un enfoque en la formación ética desde edades tempranas cimentará una sociedad más consciente de la importancia de la transparencia y el cumplimiento. Por otro lado, el fortalecimiento institucional es indispensable. Sin un Poder Judicial eficiente, un sistema de control libre de corrupción y organismos de seguridad que actúen con rigor y transparencia, no se puede aspirar a un cambio real. Este fortalecimiento debe ir de la mano con medidas que reduzcan la informalidad, promoviendo la formalización económica mediante incentivos claros y regulaciones accesibles que no lleguen a asfixiar a los buenos emprendedores. Finalmente, el compromiso debe extenderse al sector empresarial y la sociedad civil. Las empresas necesitan medir su éxito no sólo por sus beneficios económicos, sino también por el impacto positivo que tienen en la comunidad. Asimismo, la ciudadanía debe asumir un rol activo, exigiendo rendición de cuentas y transparencia en todos los niveles. Sólo a través de un esfuerzo conjunto será posible avanzar hacia un modelo de desarrollo sostenible, competitivo y alineado con los estándares globales de calidad y compliance.