Otra vez, Jorge Salas Arenas, el nefasto expresidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), se lava las manos. Le ha dicho a El Comercio que la entidad que dirigió “no tiene atribución jurídica” para pronunciarse sobre las miles de firmas fraudulentas presentadas por los partidos políticos para su inscripción y que “no recuerda” que le haya llegado el informe de la Contraloría que en setiembre del año pasado ya advertía de estos actos ilícitos y lo instaba a adoptar medidas.

No extraña lo de Salas Arenas. Evidenció la misma ineptitud con la inscripción del partido de Antauro Humala, que luego tuvo que ser rectificada por un fallo de la Corte Suprema.

Es el mismo personaje que en el JNE tenía como asesora a Janet Talavera y que, por intermedio de esta, coordinaba con el fiscal Rafael Vela Barba sobre cómo impedir que Keiko Fujimori se impusiera a Pedro Castillo en la segunda vuelta de las elecciones de 2021. Así lo dijo con claridad el colaborador Jaime Villanueva, pero, claro está, demás está decir que el deslacrado del celular que contiene esta grave intromisión en un proceso electoral con graves implicaciones penales, sigue pendiente en la Fiscalía de Delia Espinoza.

Tampoco hay que olvidar que Salas Arenas fue militante de la ultracomunista Federación Estudiantil Revolucionaria (FER) cuando estudió en la Universidad Católica Santa María, en Arequipa, y que una vez que se graduó de abogado defendió a acusados de pertenecer a Sendero Luminoso.

En conclusión, un extremista y radical estuvo al frente de las cruciales elecciones de 2021, enturbiadas por sospechas de fraude, pero lo que sigue siendo peor es que ahora este mismo impresentable ejerce como juez de la Corte Suprema. ¿Podrá hacer algo la JNJ?