Es verdad que el Congreso que tenemos es una vergüenza y que al estar infiltrado por la criminalidad, ha dado muchas leyes a favor de economías ilegales y políticos corruptos en líos con la justicia. Sin embargo, la presidenta del Poder Judicial, Janet Tello, se equivoca al culpar al Poder Legislativo por haber dado una norma que impediría, según sostiene, que la corrupta exalcaldesa de Lima, Susana Villarán, sea sometida a juicio oral y enviada a prisión por haber sido sobornada por constructoras brasileñas.

El proceso contra la señora Villarán se inició en 2017 y dos años después, en mayo de 2019, ella misma confesó públicamente que había sido coimeada por los brasileños que eran proveedores de la Municipalidad de Lima mientras ella era la alcaldesa. Han pasado casi ocho años y aún no se inicia el juicio oral. Por eso, la culpa de esta dilación no la tiene, como dice la presidenta Tello, la ley del Congreso que permite apelar el inicio del juicio oral, que se ha dado en octubre del año pasado.

No tiene sentido culpar a una norma dada hace cuatro meses, por algo que el Ministerio Público y el Poder Judicial no han hecho en siete u ocho años, a pesar de que la propia investigada ha admitido públicamente su responsabilidad. Además, en estos años ha sido evidente que con la exalcaldesa no ha habido el rigor y severidad que fiscales y jueces han mostrado con otros investigados por corrupción que han ido a parar a la cárcel preventivamente sin que, en algunos casos, hayan sido autoridades públicas.De otro lado, es claro que el Congreso en alianza con el gobierno de la presidenta Dina Boluarte han jugado y aún juegan en pared para hacer larga la puesta en vigencia de la ley que permitiría realizar nuevamente detenciones preliminares en no flagrancia. Sin embargo, la cuestionada norma que las prohibió se dio hace menos de tres meses y antes de eso, mientras estuvo vigente, tampoco es que haya sido el santo remedio para poner en vereda a todo tipo de criminales y corruptos.

No se trata de sacar cara por este Congreso plagado de pillos, sinvergüenzas y delincuentes, pero en el caso específico de Villarán, el que aún goce de libertad frente al mar y su juicio oral ni siquiera pueda empezar, responde problemas de sesgos y politizaciones que las cabezas del Ministerio Público y el Poder Judicial deberían combatir, en lugar de sacar cara por malos magistrados que están dedicados a cualquier cosa, antes que a investigar y sancionar dentro de plazos al menos razonables.

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