En pocas horas, tras el ataque a balazos producido en un concierto del grupo musical Agua Marina, en Chorrillos, las iniciativas de vacancia contra la presidenta Dina Boluarte fueron creciendo como una bola de nieve, hasta que a media tarde era evidente que había, y de sobra, los votos para echarla del cargo. Incluso Alianza para el Progreso (APP), el partido con el que venía cogobernando, le bajó el dedo a la mandataria y ahora apuesta por su salida de Palacio de Gobierno.

Lo que creo es que lo sucedido en el evento musical que dejó cinco heridos, ha sido la “tormenta perfecta” para que los partidos de derecha y centro con representación en el Congreso decidan darle la espalda a una presidenta incapaz, frívola, desconectada al país y rodeada de gente impresentable, en otras palabras, una mandataria indefendible, para aparecer como los grandes fiscalizadores, con cara a las elecciones y a la posibilidad de ganarse el respaldo de los ciudadanos. El oportunismo electorero es evidente.

Desde hace más de dos años, cuando la popularidad de la presidenta Boluarte iba en caída libre, estaba claro que esto podría pasar, y más desde que se aprobó la reelección de los congresistas, que están recogiendo el descontento de las calles, especialmente por la violencia en las calles, para ponerse del lado de la vacancia que hasta hace unas semanas parecía imposible debido a que el Congreso era casi un apéndice del Poder Ejecutivo. Ni siquiera han censurado a ministros para el olvido.

Por su parte, la presidenta Boluarte no ha hecho el menor esfuerzo por ser empática con el ciudadano. Desde sus operaciones estéticas, sus Rolex, su incapacidad para rendir cuentas al país a través de los medios independientes y sus comentarios desatinados, como ese de no contestar las llamadas de posibles extorsionadores, esto en momentos en que casi a diario matan a choferes y colectiveros, la han puesto en una posición vulnerable incluso frente a sus aliados de APP, que tiene dos ministros en el gabinete de Eduardo Arana.

A juzgar por lo sucedido hasta el cierre de este texto, la salida de la señora Boluarte era un hecho irreversible, sea por renuncia o por vacancia, y todo hace indicar que se formaría nuevamente un gobierno de transición como el que tuvimos entre noviembre del 2020 y julio del 2021 con Francisco Sagasti al frente. ¿Este Congreso de “niños”, “mochasueldos”, fiesteros, viajeros, pillos, delincuentes y oportunistas será capaz de elegir a un buen gobernante que conduzca el país hasta julio del próximo año? Ojalá lo hagan.

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