La excandidata presidencial Verónika Mendoza debería evaluar muy bien las razones del fracaso electoral de Juntos por el Perú, que no logró pasar la valla en las elecciones del domingo 26 de enero, si es que quiere tener un papel aceptable o al menos parecido al logrado en los comicios de 2016, en que estuvo cerca de pasar a la segunda vuelta y disputar la Presidencia con Keiko Fujimori.

Eso de hacer un amague de alianza con un sentenciado por corrupción como Vladimir Cerrón, de ser escudera de la dictadura de Nicolás Maduro, de pasar por agua tibia los delitos de bandas terroristas y de no aclarar su rol de secretaria personal de Nadine Heredia cuando era chavista de polo rojo, sin duda ha pasado factura a la joven agrupación que no logró poner una bancada en el Congreso que iniciará funciones en breve.

Si el fujimorismo es uno de los grandes derrotados de los comicios del domingo 26 al haber visto reducida su bancada de manera drástica por los motivos que el país conoce, también lo es la señora Mendoza, que no ha podido tener congresistas luego de haber sido un personaje protagonista hace menos de cuatro años, cuando la izquierda cavernaria, estatista y chavista estuvo cerca de pasar a la segunda vuelta.

Sería bueno evaluar los motivos de la derrota sufrida en los comicios parlamentarios, que sin duda están en los errores políticos de la señora Mendoza, quien dejando de lado los principios pregonados desde que saltó a la vida pública en 2005, se fue al lado de Cerrón y Yehude Simon para poder participar, en vista que en los últimos años no logró inscribir un partido propio.

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