Las modas llegan con un poco de retraso a Latinoamérica. Primero crecen como la espuma en EEUU o Europa y luego, como una ola, van llegando a nuestros países. Cuando llegan por aquí, el impulso en sus espacios iniciales parece desvanecerse. La tecnología permite reducir tiempos e incluso poder ver el avance o retroceso de estas modas en tiempo real. Y cuando hablo de “modas” claramente no me refiero a vestimenta o joyería sino a las ideas “políticamente correctas” o “de vanguardia”. Las ideas que sostienen la Agenda 2030 o también llamadas “progres” o wokes son el caso más actual.

Mientras que medios, partidos, políticos y ONGs se esfuerzan por imponer las ideas “progres”, en los países donde se han implementado estas ideas: han fracasado rotundamente. Tomemos el caso de Canadá donde Justin Trudeau pierde el poder en la peor crisis económica de la historia del país caracterizada por la inflación, el desempleo y la inseguridad. En Europa, el neomarxismo pierde terreno cayéndose en Alemania, Holanda, Inglaterra, Austria, Francia, España e Italia principales defensores de la Agenda 2030. La cereza del pastel es el caso de California donde las políticas “progres” redujeron el presupuesto para bomberos justo antes del inicio de la temporada de incendios y en plena tragedia la alcaldesa de LA se fue de viaje a África. Insensibilidad, hipocresía, abuso y abandono de los humildes a eso se puede reducir la agenda “progre” que se hunde en todo el mundo: el siguiente punto será Latinoamérica.

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